Un estudio publicado recientemente en la revista “Nature Communications”, revela una peligrosa y preocupante verdad.
Este estudio descubrió un tipo nuevo de fungicidas utilizados en la agricultura, que se esparce en frutas y verduras, provocando cambios genéticos en neuronas de ratones, similares a las células del sistema nervioso humanas involucradas en el desarrollo no solo del autismo, sino de la enfermedad de Alzheimer.
Se trata de las “Estrobilurinas”, un fungicida aprobado para su uso en 1990, y que ahora está científicamente comprobado que dañan las neuronas del ser humano.
Los científicos analizaron como las células cerebrales de ratones eran afectadas por más de 300 pesticidas y fungicidas para analizar cualquier efecto negativo que estos podrían afectar al ser humano. Esto les sirvió para descubrir que las estrobilurinas afectan a las mitocondrias, estructuras que mantienen el nivel suficiente de energía necesaria para el funcionamiento normal de las células. Esta sustancia dañina reduce la actividad de los genes implicados en el proceso sináptico: la interactuación de las neuronas.
A su vez, las estrobilurinas son el principal causante de la inflamación del sistema nerviosa, aumentando los genes que están directamente implicados en este proceso.
El siguiente paso es lograr la autorización para ser probado en humanos, y asegurar que este fungicida (y otros más) afectan a los humanos, igualmente que a los ratones.
La pregunta es si el químico llega a nuestro cuerpo a niveles suficientes para llegar al cerebro y causar alguno de los efectos que vemos en estos experimentos. El químico está en nuestros alimentos en niveles bastante altos”
A pesar de que estos estudios aún no se han realizado en humanos, es lógico pensar (como lo aseguran los expertos) que diversos químicos utilizados en la cosecha, producción y elaboración de alimentos nos están matando, es entendible también que la cantidad de alimentos que se necesita para satisfacer a la población mundial (que crece día a día) es monumental, y que necesita ser “ayudada” por químicos, pero el remedio no puede ser peor que la enfermedad…
¡Preocúpate por tu alimentación y la de tu familia!
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