Equivocarse es de humanos, pero pedir perdón por ello denota fuerza y coraje, no le temas a la palabra perdón, solo debe ser un perdón real y sincero para que valga la pena.
Son muchos los hombres que piensan igual que yo, sabemos que las cosas se están haciendo mal y se han venido haciendo mal durante muchos años, no todos somos unos patanes y prefiero pedir disculpas por todos ellos…
“Pido perdón en nombre de todos los hombres por no comprender lo que es salir con miedo todos los días, por no sentir el temor que tú sientes cada vez que alguien te mira más de la cuenta y por no saber lo que es tener que esconderme todos los días para no salir con heridas.
Pido perdón por mis celos infantiles, por creer que solo eras un objeto y que solo a mí me pertenecías; por confundir el amor con el dominio y hacer que mi libertad valiera más que la tuya.
Perdón por haber nacido en un mundo aún prehistórico donde los machos salen a cazar y las hembras se quedan en casa. Perdón por enojarme contigo cada vez que no sacabas la mesa y por creer que solo debías ser buena en la cama o en la cocina. Perdón por hacerte callar cada que vez hablabas de política, fútbol, religión o economía, y mucho, pero mucho perdón por mandarte a acostar cada vez que hablabas de buscar un mejor trabajo.
Perdón por hacerte pensar que toda mujer debía ser madre mientras yo me hacía cada día más niño.
Perdón por dudar de ti cuando te ascendieron, o por reírme cuando me dijiste que ibas a postular para un alto cargo; perdón también por tomar todas mis decisiones pensando en que tú ya no crecerías.
Perdón por hacer del sexo un mero acto de pornografía; por ponerle apodos a tu vagina y volverme estúpido solo por querer tocar tus pechos, tan iguales a los que alguna vez me alimentaron siendo niño.
Perdón por intentar conquistarte como si yo fuera un gran guerrero y tú solo una princesita, y perdón por llamarte “perra” cuando eras tú la que lo hacía.
Perdón por cada vez que te insulté, te grité o te humillé; perdón por todas esas veces en que te hice sentir quién era yo, y por hacer de mi inseguridad y mi baja autoestima mi más violenta arma de ataque.
Perdón por usar tu cuerpo para vender más, por mis burlas de doble sentido, por las letras de reggaeton e incluso por Donald Trump. Perdón por mi falta de empatía y mi poca destreza para el romanticismo. Perdón por esa vez que te grité solo para que me vieran mis amigos, o por querer agarrarte del trasero cada vez que alguien te veía conmigo.
Perdón por llamarte “puta” cuando saliste con minifalda, o por llamarte “puta” cuando comenzaste a salir con varios hombres; perdón por llamarte puta por el solo hecho de equivocarte.
Perdón, perdón, perdón, y muchísimas veces perdón, por todos esos miles de asesinos y violadores que cobardemente salen por las noches a simular su falta de hombría, que piensan que por herir a una mujer la dejarán herida. Perdón por todos esos IMBÉCILES que nunca supieron acercarse a una mujer, y que hoy se disfrazan de víctima del sistema. Ellos bien saben que no lo son.
Y perdón, y mil veces perdón, por todos esos hombres que defienden esos actos diciendo que tú fuiste la que los provocaste. Perdón por considerar que tu sexo era más débil cuando fue tu fortaleza la que me hizo más hombre.
Perdón a mi madre, a mi novia y a mi futura hija; perdón por no poder entender nunca lo que hoy ustedes están sintiendo”
Esta es una carta que se viraliza por redes sociales, y nos recuerda que el amor existe. Recuerden mujeres que hay hombres que valen la pena.
¿Es suficiente un perdón por todo el daño que sufren las mujeres?
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