Anciana Escribe Una Carta Antes De Morir Que Te Romperá El Corazón

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Hay muchas ancianas que viven una historia parecida a esta mujer, donde la vejez es un momento de soledad y tristeza, siendo abandonados por su familia, sin visitas ni llamadas.

Esta mujer después de su muerte, dejo una carta dirigida al mundo entero, después de muchos días iguales y sin ninguna ilusión, ella simplemente no aguanto más y se rindió, en esa carta expresaba todo el dolor que ella sentía.

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Aquí está la carta…

“¿Qué ven ustedes, enfermeras? ¿Qué ven? ¿Qué piensan cuando me ven?

Una vieja cascarrabias, no muy lista. Con hábitos extraños y mirada distante. A la que la comida le cae por la comisura de los labios y nunca responde. A la que le dicen en alto: “Al menos podría intentarlo”. Que parece no darse cuenta de las cosas que hacen. Y que siempre pierde algo. ¿Un calcetín o un zapato? Que, oponiendo resistencia o sin oponerla, deja que hagan lo que quieran.
Que ocupa sus largos días con el baño o la comida. ¿Es eso lo que piensan? ¿Es eso lo que ven?
Pues entonces abran los ojos, enfermeras, ustedes no me ven. Les diré quién soy, ahora que estoy sentada haciendo lo que me dicen y comiendo cuando me piden:

Soy una niña de 10 años, con padre y madre, hermanos y hermanas, que se quieren. Una chica de 16 con alas en los pies, que sueña con encontrar pronto el amor. Una novia con 20, a la que el corazón le brinca. Que recuerda los votos que prometió cumplir. Que con 25 ya tiene sus propios niños, a los que ha de guiar y dar un seguro hogar. Una mujer de 30, cuyos hijos crecen rápido.
Unidos los unos a los otros con lazos que han de durar. Con 40, mis jóvenes hijos han crecido y se han ido. Pero mi marido está conmigo para que no entristezca. Con 50 vuelven a jugar bebés en mi regazo. Volvemos a conocer a niños, mi amor y yo. Días oscuros sobre mí, mi marido ha muerto.
Miro al futuro y me estremezco. Mis hijos tienen sus propios hijos. Y pienso en los años y en el amor que conocí. Yo soy ahora una anciana. La naturaleza es terrible. Me río de mi edad como una idiota. Mi cuerpo se viene abajo. La gracia y la fuerza se despiden. Ahora solo queda una piedra, donde latía un corazón. Pero en esta vieja carcasa aún vive una mujer joven. Y mi maltrecho corazón se hincha. Me acuerdo de las alegrías, me acuerdo de las penas. Y vivo y amo, todos los días. Pienso en los años, tan pocos y que se fueron tan rápido. Acepto el hecho de que nada puede quedar. Así que abran los ojos. Abran y miren.
Nada de vieja cascarrabias.
Miren más de cerca. ¡Véanme a MÍ!”

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Detrás de un cuerpo arrugado y pelo blanco, existe un ser humano, con historias y recuerdos, con penas y alegrías, con llantos y sonrisas que perdurarán para siempre en su espíritu.

 

No hay que olvidar que la vida es corta, y como trates a tus padres, podrás ser tratado tú…

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