Todo el mundo admira la determinación, su temperamento reservado y la conexión con la naturaleza que tienen desde pequeños. Pero esa no es la lista completa que hacen que Japón y su gente sean un ejemplo para el mundo.
Una de las principales virtudes en las que centra la atención del mundo es en que las nuevas generaciones se entienden y respetan a las generaciones pasadas de manera extraordinaria, y viceversa, ya que los adultos valoran, toleran y le entregan gran atención a niños y bebes.
Esto se refleja en que los niños japoneses, casi no tienen rabietas. Una de las razones de tal armonía es la tradición en pasar tiempo de “calidad” con sus hijos.
Desde tiempos milenarios, las madres combinaban el trabajo con la crianza de sus hijos, Las madres colocaban a sus hijos en una tela amarrándolos a sus cuerpos, permaneciendo juntos. Al mismo tiempo, la madre le conversaba a su hijo, narrándoles todos sus movimientos y quehaceres, esto creaba un vínculo enorme entre madre e hijo, de hecho, es muy común que los bebés japoneses aprendan a hablar antes de caminar.
Hoy en día, vayan a donde vayan y hagan lo que hagan, las mamás japonesas siempre tienen a sus bebés con ellas usando mochilas portabebés, diseños amoldados al mundo actual, pero que fueron inspirados en las telas de las antiguas madres japonesas.
Las madres se hacen cargo de la crianza de sus hijos hasta los 3 años, solo después de eso los niños comienzan a asistir al Kinder. Si bien existen centros de cuidados para niños menores de 3 años, esta opción no es bien vista dentro de la sociedad, como también la práctica de dejar al bebé con sus abuelos, es totalmente inaceptable.
A los niños japoneses se les enseña a valorar sus sentimientos y el de las demás personas, animales e incluso objetos. Si un bebé rompe por accidente algún objeto valioso, la madre no lo regañará, solamente le dirá “lo lastimaste”.
Pero la educación no solo se centra en la madre, el padre también se ocupa de la educación y formación de los bebés. Los padres no acostumbran levantar la voz, dar sermones ni castigar físicamente a los niños. Los hijos, a su vez, sienten culpa y remordimiento si les causan inconvenientes a sus padres.
Los japoneses muestran si inconformidad mediante gestos, miradas y entonaciones de la voz, solo así un niño puede percatar que está actuando de manera incorrecta y buscará remediar su comportamiento.
Resumiendo los niños japoneses son criados bajo una gran cantidad de amor y cariño de parte de sus padres, y se refleja en una generación respetuosa y amable con el prójimo, disciplinados y que entienden lo que es vivir en comunidad.
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