Susan Hickman iba caminando por la calle cuando se encontró un huevo roto, se agachó a recogerlo, lo examinó y vio que un pequeño pájaro estaba saliendo de su cascaron.
Ella no tenía experiencia preciosa en el cuidado de aves, por lo que hizo todo lo que estuvo a su alcance para salvar la vida de quien ahora se ha convertido en su mejor compañía.
Antes de llevarse a la recién nacida ave consigo, intentó encontrar un nido cercano en el lugar donde halló el huevo, pero no había nada. Una vez que llegó a casa le puso nombre al diminuto pájaro: Klinger.
Personas cercanas a Hickman le dijeron lo complicado que era rescatar aves, ya que como era muy pequeña necesitaba alimentarse cada media hora durante todo el día. Aún así ella fue optimista e hizo una incubadora en casa.
Empezó a crecer, algunas plumas asomaron, sus ojos se abrieron y de pronto ya era un estornino a salvo. Debió aprender alimentarse por su cuenta y a tomar baños bajo el lavamanos.
A pesar de todo, no puede vivir al aire libre, ya que no contó con el ejemplo de su madre, quien le hubiera enseñado lo básico que se necesita para sobrevivir.
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