Hay situaciones que se presentan en la vida que los seres humanos simplemente no podemos permitir. Si bien está claro que no todos poseen los mismos recursos, no es excusa poner la vida de inocentes en riesgo por esto.
Dejar que una enfermedad se agrave, o incluso dejar a alguien morir por que el hospital quede lejos o no tengas para comer al día siguiente, no es razón justificable para ni siquiera intentar salvar a alguien.
Siempre se puede encontrar la manera, siempre hay una solución y si no la hay, al menos dar todo de nosotros e intentar hasta el final resolver la situación de la mejor manera posible.
Cuando la vida de alguien corre peligro, no hay distancia, dinero, ni tiempo que importen para al menos intentar salvar su vida.
Cuando hablamos de la vida de inocentes, de niños, de recién nacidos, las cosas se tensan un poco más. Que una madre escatima en la seguridad y salud del niño que esta a punto de nacer, deja mucho que decir del sentido común bajo el cual se basa.
En Neuquén, Argentina, una pareja decidió no asistir al hospital para realizar el parto de su bebé, y escogieron tenerlo en casa, a pesar de haber sido persuadidos por su familiares para no hacerlo. Pareciera un inocente acto de “naturalidad” que no tendría por que ser juzgado.
Sin embargo hay que recordar y tener muy claro que, las condiciones de una vivienda no son optimas para traer a un bebé al mundo, y de elegir este método, debe contarse con la asistencia de personas que tengan experiencias en la materia, así como las “matronas”.
La madre llego al hospital con su bebe muerto en brazos, una enfermera fue quien los recibió, y quien al ver tal acto de negligencia por parte de los padres, quienes hoy son acusados de homicidio culposo, decidió escribir una dura carta que nos hará a todos recapacitar un poco.
“Muchas veces tuve ganas de llorar agarrándole la mano a una paciente. Pero nunca antes había tenido ganas de llorar de rabia y de impotencia en esa situación. Hoy llegó a mi guardia una madre con su hijo muerto. Había decidido tener el parto en su domicilio, aunque era su primer bebé y estaba en podálica (de cola).
De familia acomodada e instruida, todos habían intentado disuadirla, sin éxito. Las delincuentes que aceptaron llevar a cabo el trabajo de parto en el domicilio, al verse desbordadas por la situación llamaron al SAME. Y una ambulancia la fue a buscar, cuando ya no había más nada que hacer. Ni siquiera le hicieron el alumbramiento (salida de la placenta), el cual llevamos a cabo acá, en sala de partos, en condiciones de antisepsia, con suero, medicación e instrumental quirúrgico.
Todos los que nos dedicamos al noble arte de curar, queremos que las cosas salgan bien. Estudiamos, nos formamos y especializamos, hacemos cursos de actualización para garantizarles a nuestros pacientes la mejor atención. Aunque en el sistema público no siempre contemos con todos los recursos.
Si te pongo un suero, no te estoy faltando el respeto, estoy impidiendo que si tenés una hemorragia, entres en shock hipovolémico. Si te doy medicación, es porque es necesaria.
Si te rompo la bolsa, es porque es importante conocer el color del líquido. Nos da información de cómo la está pasando el bebé en la panza. Si te digo que necesitás una cesárea, no es porque “te quiera sacar de encima rápido”. Yo acá tengo que estar 24 horas. Es porque intento, en el mejor de los casos, evitar complicaciones. En el peor, salvar tu vida y la de tu bebé.
El embarazo y el parto son hechos fisiológicos, es cierto. Pero rápidamente, de un momento a otro, pueden convertirse en patológicos y potencialmente mortales.
Contar con un hospital, con equipo entrenado, con anestesia, con un quirófano, es un privilegio. Privilegio que nuestras antecesoras de siglos pasados no pudieron gozar. Durante siglos las mujeres murieron de complicaciones en el embarazo y en el parto.
Ellas no tenían la chance de elegir. ¿Mi cuerpo, mi parto, mi decisión? No se trata de tu cuerpo: está tu hijo en el medio.
¿Mi parto? No sos la única protagonista, en realidad sos apenas un personaje secundario, el protagonista es él.
¿Tu decisión? No tenés la formación para saber cuando está en riesgo tu vida ni la de tu bebé.
Primum non nocere. Primero no dañar. Nosotros lo sabemos. Ustedes también tienen que saberlo.”
Realmente tenemos que crear conciencia.
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