Muchos son creyentes de la reencarnación, otros no tanto, este es un tema que ciertamente abre una infinidad de interrogantes, que aún son muy difíciles de responder.
La vida después de la muerte ha sido un misterio que ha estado desde la existencia del ser humano, y sin embargo no ha sido posible dar con la verdad.
Aún no somos capaces de conocer lo que pasa cuando nuestro cuerpo físico deja de funcionar, cuando la sangre deja de correr por nuestras venas, cuando simplemente dejamos de respirar.
Muchos se han dedicado a estudiar el tema, tratando de hallar la verdad, Sam Parnia, de la Universidad de Southampton en Gran Bretaña, realizó un estudio, donde obtuvo la información de 2 mil pacientes que sufrieron infartos cardíacos y sobrevivieron.
El 39% de ellos, aseguró haber experimentado algún tipo de conciencia: algunos se vieron arriba de su cuerpo observando cuando los médicos trataban de revivirlos, otros sabían exactamente lo que ocurría en la sala de operaciones.
Muchos afirman que la muerte es solo el final, que no hay nada más, pero casos como estos, que la ciencia no puede explicar, demuestran lo contrario.
El psiquiatra Ian Stevenson, investigó 500 mil casos de niños que parecían haber reencarnado, uno de ellos, el más resaltante, fue el caso de las gemelas Pollock.
Un soleado 5 mayo de 1957, frente al Mar del Norte en Whithley-Bay, mientras todos se dirigían con premura a la misa dominical, don pequeñas niñas de la familia
Pollock, Joanna y Jacqueline, de 11 y 6 años respectivamente, se adelantaron para alcanzar lugar.
Cuando dieron vuelta en una esquina, un carruaje las atropelló descuartizó, muriendo al instante. Sus padres, John y Florence Pollock, recibieron la terrible noticia, destruyendo sus corazones.
Parecía que no lograrían reponerse de tan traumático suceso, desbastados y desconsolados, recibirían por parte del destino, una de las experiencias más extrañas de las que se tenga registro.
Un poco más de un año había pasado ya de la terrible tragedia, cuando la pareja se entera que serían padres nuevamente, un par de gemelas nació el 4 de octubre de 1958. Con diez minutos de diferencia, Gillian y Jennifer se convertirían en el nuevo anhelo de familia Pollock.
Sin embargo cuando cumplieron 3 años y comenzaron a hablar, sus padres se dieron cuenta de un extraño fenómeno: las niñas eran capaces de recordar el pasado de sus fallecidas hermanas.
Conocían su hogar y a la gente del pueblo, tenían los mismo hábitos y costumbres, la manera en que hablaban y se protegían entre si. una aparentaba ser más grande y la otra acepta la guía de esta sin problema.
Gillian recordaba la vida de hermana Joanna, fallecida a los 11 años, mientras Jennifer la de Jacqueline de 6 años. Identificaban los juguetes de las otras niñas y la muñecas recibían los mismo nombres que sus dueñas originales les habían puesto.
Lo que recalcaba el extraño hecho era que, las gemelas tenían marcas en el cuerpo idénticas a las de sus fallecidas hermanas: Jennifer tenía marcas en la nariz (Jacqueline, la que había muerto, tenía unos puntos de sutura por golpearse en el rostro a los tres años). Gillian tenía un lunar en el costado izquierdo de la cintura (Joanna era la única de la familia que también la tenía).
Lo que terminó de asegurar que se podía trata de un caso de reencarnación, fue cuando sus padres, en una ocasión, las escucharon hablar sobre el accidente, describiendo la sensación, el dolor y el recuerdo de la sangre que botaba de sus bocas.
Las gemelas tenían una fobia extrema a los vehículos, pero cuando cumplieron cinco años dejaron de experimentar estos extraños comportamientos. La misma edad en la que los científicos aseguran es el límite para recordar vidas pasadas.
El caso resultó en la publicación del libro “European Cases of the Reincarnation Type”, igual que otros más.
¿Y tú, crees en la reencarnación?
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