Un estudio realizado por los psicólogos y neurocientíficos de la universidad norteamericana Duke University descartó que la causa tenga que ver con la edad de las madres. De hecho, para el estudio escogieron madres de todas las edades y todas presentaban el mismo problema y descubrieron que la razón es un simple error cognitivo.
En muchos casos se debe a que los nombres similares desde el punto de vista fonético. Es muy común confundir Jorge con Sergio, Carmen con Raquel, Sara con Sandra, en resumen, nombres que comparten letras, o comienzan por la misma inicial.
Además pudieron comprobar que formamos grupos de nombres según el vínculo; sin embargo, otras veces nos dirigimos a un hijo e intercambiamos su nombre con el de la hija porque comparte vínculos similares con nosotros. Es decir, los hijos comparten un mismo vínculo con sus padres, de ahí que al pensar en ellos el cerebro nos juegue una mala pasada. Sucedería lo mismo con el grupo de amigos. Tal vez te haya sucedido y hayas confundido el nombre de un amigo al hablar de él con otros amigos.
El estudio también arrojó que la problemática incluye a las mascotas. Es decir, que las madres (y padres) también confunden el nombre de sus hijos con el de las mascotas y esto se debería a que el cerebro tiende a relacionar a las personas de nuestro entorno por grupos: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, etc.; para ahorrar espacio. Si el cerebro se despista en un momento en el que vamos acelerados o nuestros pensamientos van muy rápido, se da la confusión aunque somos capaces de enmendar el error de inmediato
Comparte este artículo con tus amigos, es bastante interesante el por qué de este problema tan común.
kooo