Es ampliamente conocido que los simios y los monos tienen la capacidad de pensar y sentir como los humanos. Así que no es difícil de imaginar lo que pensó Juwa cuando vio morir a su madre frente a sus ojos.
No era más que un bebé cuando su madre fue asesinada por un grupo de soldados en la República Democrática del Congo. En un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en un huérfano y prisionero. Los soldados lo capturaron y arrojaron en una habitación sin ventanas durante meses mientras buscaban un comprador.
Cuando sus intentos de vender el bebé Juwa se frustraron, un persona convenció a los soldados de hacer lo correcto. Ahí es donde llegó el Centro de Rehabilitación de Primates en Lwiro.
Antes de ser rescatado, Juwa pasó meses en un oscuro cautiverio. Estaba tan estresado por su situación que empezó a tirar sus pelos en los antebrazos. Cuando fue encontrado, el pobre chico estaba hambriento, deshidratado, sucio, e incluso tenía una cuerda incrustada en su tobillo.
Afortunadamente, los trabajadores lo llevaron de vuelta a donde podría sentarse en el sol durante todo el día.
Hoy en día, Juwa está viviendo con una madre sustituta. Hay que esperar un tiempo para que se recupere completamente, tanto mental como físicamente, pero sus rescatadores están muy optimistas.
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