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Una vez más los animales dan muestra de su inteligencia, en este caso un cuervo, quien probablemente voló cerca de un erizo o quizás chocó con él y un par de púas de su cuerpo se incrustaron en su cuello. No sabía cómo sacársela y le causaban mucho dolor, así que acudió a los humanos.
Justo estaba por ahí una familia que pudo ayudarlo rápidamente. Se posó tranquilamente en el cerco esperando que la mujer le sacara con cuidado las espinas. Gemía y se molestaba porque claramente estaba sufriendo, pero gracias a estas personas pudo cesar su dolor y prevenir alguna infección.
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